sábado, 20 de junio de 2009

Intervención de la Presidenta en el Encuentro Mundial de Sindicalistas en Ginebra-Suiza


lunes, 15 de junio de 2009
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PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ENCUENTRO MUNDIAL DE SINDICALISTAS, EN GINEBRA, SUIZA
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Sara: quiero decirte que una de las cosas que más me impactó en lo que acabas de decir, es la necesidad del cambio, que las cosas deben cambiar y que no pueden seguir siendo lo mismo.
Precisamente, quiero contarles una anécdota que me pasó en la primera reunión del G-20, la que se hizo en Washington, cuando todavía Bush era presidente de los Estados Unidos.
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Uno escuchaba las discusiones y los planteos y era como que parecía que todo seguía igual y se proponían las mismas formas como si nada hubiera sucedido.
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Y entonces, cuando me tocó a mí la intervención empecé recordando a Albert Einstein que decía que es un signo de locura pensar que haciendo las mismas cosas se pueden llegar a resultados diferentes.
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Y yo lo que estaba viendo en esas discusiones era que precisamente no había cambiado la lógica de pensamiento en cuanto a cuál había sido el verdadero problema.
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No era solamente un problema de falta de control o de desregulación, era además de la falta de control y la desregulación, haber creído que el dinero se reproducía a sí mismo sin pasar por el circuito de la producción de bienes y servicios.
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En realidad eran malos capitalistas los que estaban planteando eso, porque se desconocían científicamente las bases de qué es lo que realmente genera riqueza y acumulación y que es precisamente el trabajo.
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Cuando nosotros decimos esto no lo decimos desde un lugar discursivo o retórico; lo hacemos desde un lugar absolutamente serio y científico, planteando que es precisamente el trabajo lo que genera riqueza, que tal vez además a ese trabajo, que en un primer momento de las primeras faces del capitalismo, fue un trabajo estrictamente manual, se le agregan otro tipo de trabajos que han venido a desarrollarse en un mundo con innovación y con tecnología, pero que en realidad se estaba actuando con una lógica absolutamente equivocada.
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Creo sinceramente que una de las claves centrales es que el mercado, tal cual se lo conoció, hoy tiene severos problemas y entonces creo que el Estado se tiene que dar un rol de intervención como el que nosotros, por ejemplo, lo estamos dando en la República Argentina, en donde precisamente en muchas actividades va a sustituir el rol que podrían tener el mercado o el sector empresario para sustituirlo en el mantenimiento de la empresa, de la supervivencia y de los puestos de trabajo, que eso, obviamente, es de carácter temporal, porque se tiene que volver a restablecer esa lógica, pero en el mientras tanto, nosotros tenemos que acudir de esa manera.
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Una de las condiciones básicas que estamos poniendo en todos los acuerdos que estamos haciendo con el sector empresario en lo que son beneficios, promociones, ayudas.
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Nosotros, por ejemplo, hemos colocado 109.000 millones de pesos desde el 25 de mayo de 2003 a la fecha en políticas activas y en créditos subsidiados, por ejemplo, para sostenimientos del sector.
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Pero ahora en todo lo que estamos haciendo estamos poniendo como cláusula inexcusable que ninguno puede recibir un préstamo ni un beneficio ni una promoción, si no se compromete a mantener todos los puestos de trabajo que tiene al momento. (APLAUSOS)
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Esto es condición sine qua non.
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Al mismo tiempo y también en defensa del trabajo nacional, estamos tratando, logrando y persiguiendo el objetivo de también empezar procesos de sustitución de importaciones, de manera tal de generar más trabajo nacional que califique más a nuestros trabajadores y que se remuneren mejor.
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Porque estamos absolutamente convencidos de que el crecimiento del mercado está directamente vinculado a los trabajadores.
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Lo que pasa es que durante mucho tiempo se vio a los trabajadores desde el lado empresario, como un gasto, como un trabajador, como un costo más de la empresa.
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Esto se lo expliqué claramente al principio de la crisis a toda la sociedad argentina y fundamentalmente a los empresarios.
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Ustedes no tienen que ver a ese trabajador que tienen en la empresa únicamente como un sueldo a pagar a fin de mes, lo tienen que ver como un consumidor, porque ese trabajador a lo mejor no consume el producto de esa empresa, pero sí consume el de otra empresa que al mismo tiempo se nutre del insumo o de lo que yo produzco.
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Por lo tanto, la lógica del ajuste y de las economías de ajuste, que fue típico del Consenso de Washington y que en nuestro país se aplicó a rajatabla era profundamente anticapitalista en el fondo, porque en definitiva era abruptamente incomprensible lo que se planteaba como una política permanente del Consenso de Washington que era el ajuste.
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Lo que sucedía que en realidad los períodos de ajuste, por lo menos los que se vivió en la Argentina, se daba a partir de que la Argentina fue durante los años de la convertibilidad, una excelente plaza financiera donde uno podía colocar un dólar y llevarse tres en un año con tasas impensables en ninguna parte del mundo.
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Para hacer eso había que ajustar a la sociedad que era la que finalmente terminaba financiando esa renta extraordinaria que devino en una deuda externa absolutamente inmanejable.
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Cuando nosotros abordamos, por ejemplo, la negociación de la deuda y que se rasgaban las vestiduras en Wall Street y que decían que nosotros no íbamos a cumplir, nosotros planteábamos también una lógica capitalista que es la lógica del riesgo.
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Si alguien en un mundo donde la tasa en dólares se pagaba un 2 ó 3 por ciento anual e iban a la Argentina y la colocaban en dólares al 15 ó al 18, se sabía que había un riesgo.
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Cuando todo el mundo te paga 2 y hay uno que te paga 18, es lógico pensar que ese que te paga 18 no te va a poder devolver la plata.
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Por lo tanto, la teoría, cuando fuimos a negociar fue que cada parte asumiera el riesgo que tenía.
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Nosotros reconocíamos 25 ó 30 centavos por cada dólar que habían colocado, pero que los otros 70 fueran parte del riesgo que habían asumido.
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Por otra parte, pagamos más que la Enron que solamente pagó 10 centavos de dólar, así que en realidad tampoco estábamos tan mal. (APLAUSOS)
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Esto nos valió por parte del Fondo Monetario Internacional y por parte de todo el mundillo de las finanzas, Wall Street Journal, The Financial Times, van a haber los artículos más horrendos y horripilantes que uno puede imaginarse acerca de la Argentina y del Gobierno.
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Lo que pasa es que en realidad creo que nunca se perdonó la forma de abordar la negociación, pero, fundamentalmente, lo que nunca se perdona y se sigue sin perdonar, es que el modelo que nosotros sosteníamos y sostenemos es un modelo que ha tenido un resultado exitoso frente al desastre del modelo que ellos proponían.
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La verdad es que también estamos en un momento, debo decirlo, siempre de toda tragedia hay un aspecto positivo, yo por lo menos trato de verlo así, porque si no uno terminaría muy mal, la esperanza y las utopías son las que movilizan a la humanidad.
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También este desastre sin fin de lo que fue el sistema financiero y también lo que fue el sistema de defensa del mundo, terminó con lo que yo digo que fue la peor administración de la que se recuerde en Estados Unidos y que tuvo un impacto negativo absolutamente en todo el mundo y permitió la llegada de un presidente como Barack Obama en el cual tenemos fundadas y cifradas esperanzas de que signifique un cambio más que importante en este mundo que viene.
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Y esto lo digo absolutamente convencida, porque yo también le escuché decir a él algo parecido a lo que dije hoy cuando dijo que los sindicatos no son el problema, sino que son parte de la solución de los problemas.
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Es que se veía a los trabajadores y a los sindicatos, aunque sea una paradoja, como un problema muchas veces, para la economía.
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En nuestro país durante la década de los ´90 hubo argentinos que decían que uno de los méritos que había tenido la política que se llevó a cabo en ese momento, era que habían desaparecido los sindicalistas o los sindicatos, esto por la fuerte presencia que han tenido en nuestra vida institucional argentina desde el advenimiento del peronismo hasta la fecha, la presencia de los trabajadores.
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En realidad, lo que no advertían era no que habían desaparecido los sindicalistas y los sindicatos, lo que desapareció en la Argentina durante la década de los '90, fue el trabajo, eso fue lo que desapareció y por eso no había presencia de sindicatos.
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Esto es muy importante comprenderlo para ver como se opera también muchas veces culturalmente sobre los grandes centros urbanos, sobre las sociedades medias para muchas veces adoptar medidas y políticas que van en contra de los propios intereses de los ciudadanos y de las ciudadanas.
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Por eso digo que es muy importante que en esta crisis global que estamos viviendo, la voz de los trabajadores y de los empresarios que son, en definitiva, el motor de cambio de la economía y la única posibilidad de solución, sean escuchados en los organismos internacionales como el G-20 cuando adopta medidas o adopta políticas.
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Creo que ha habido algunos cambios.
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En el Banco Mundial, por ejemplo, se ha modificado la reglamentación.
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Ustedes saben que durante mucho tiempo el Banco Mundial tuvo una reglamentación donde se favorecía la radicación de inversiones del Banco en lugares donde no hubiera demasiada protección o seguridad social y esto era así.
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Por eso también la deslocalización, por eso también la pérdida de territorialidad para las empresas que finalmente se convierten en grandes grupos económicos que deambulan por todo el mundo sin que uno pueda ver caras responsables ni rostros humanos en las empresas.
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Y creo que la modificación que ha tenido ahora la reglamentación del Banco Mundial, en el sentido de que se va a favorecer en aquellos países que tengan redes de protección y seguridad social, es una medida de cambio importante, pero insuficiente absolutamente porque nosotros necesitamos que todos los organismos multilaterales de crédito tengan una política sustancialmente diferente, inversamente, diría, a cómo se desempeñaron durante estos años.
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Aquí, en esta etapa, creo que el rol del Estado va a ser más que importante para, precisamente, volver a reactivar la economía, volver a crear y generar actividad económica, a generar empleo que es, finalmente, lo único que nos va a hacer salir de la crisis.
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Nosotros hemos tomado -y yo lo decía recién en mi discurso- como un objetivo fundamental el impedir la disolución del vínculo laboral.
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Nosotros lo observamos durante la década de los ‘90 donde el que queda sin trabajo, el telegrama de despido es una tragedia y un drama en cada familia.
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Por eso, el objetivo de todo el equipo que se reúne los lunes es, precisamente, no lograr el despido.
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Es más, tenemos un mecanismo previsto institucionalizado, que se llama "mecanismo de crisis" en el cual frente, supónganse, a una empresa que despide 30 o 40 personas, inmediatamente lo obligamos a retrotraer toda la situación para entrar en negociación.
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Y esto nos ha permitido obturar casi todos los conflictos colectivos que se nos han presentado.
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Por lo tanto, el escenario que algunos pensaban que podría darse en nuestro país a partir de la crisis de miles de despedidos y de fábricas cerradas no se ha dado.
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¿Cómo lo hemos hecho?
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Desde este mecanismo de crisis, desde, por ejemplo, cuando una empresa que debía cerrar le impedimos hacerlo y le buscamos un comprador para que esa empresa continúe, cuando una empresa -como por ejemplo pasó el otro día- papelera con 600 trabajadores está en concurso y quiebra, ¿qué hicimos?
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Constituimos, por ejemplo, un fideicomiso que le alquila al concurso y a la quiebra, con autorización del juez y del concurso de la quiebra, la papelera sin los pasivos ambientales, sin los pasivos laborales pero que permite la continuidad de la empresa y, además, no cerrar una actividad que si no se concentraría demasiado esa actividad en otras empresas y podría entonces comenzar a regularnos precios y demás, porque además, el mantener el nivel de actividad y diversificación, también hace a mantener grados de competencia dentro de la economía para mantener la competitividad.
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En otros casos hemos utilizado la figura del REPRO, que es un programa que tiene el Ministerio de Trabajo mediante el cual se cubre una parte del salario; en otras, como en el caso de la General Motors, hemos dado un préstamo absolutamente garantizado con los fondos de los trabajadores, son 70 millones de dólares, en realidad, estamos financiando el proyecto, que es un nuevo auto que se va a hacer en la Argentina, solamente el 48 por ciento, el otro lo hace General Motors Argentina, que está bastante separada como unidad jurídica de su casa matriz, y lo hemos logrado con una garantía que va sobre la fábrica, es una planta muy moderna, sobre también una prenda flotante de los coches y también sobre la cesión de los contratos de exportación a Brasil.
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Podría seguir contando y relatando experiencias, pero, en realidad, como ustedes verán no hay un patrón único, no hay un modelo único para abordar la problemática que se pueda dar en cada empresa o en cada actividad.
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Hay sí un objetivo que es mantener el vínculo y preservar la empresa.
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También se está dando en la Argentina una experiencia muy importante con fábricas recuperadas.
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Asistí el otro día a un acto y decía que teníamos más de 100 fábricas recuperadas con 10 mil trabajadores y quiero contarles algo que realmente me conmovió.
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A la que fui, es una fábrica metalúrgica que quebró en plena crisis del año 2001.
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Un grupo de trabajadores se quedó, la tomó, decidió seguir trabajando y hoy está con el doble de dotación de lo que tenía al momento de quebrar.
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Pero lo más impactante de todo fue que recorriendo la fábrica hace dos días, uno de los trabajadores -él me cuenta su historia con los compañeros- me dice que se fue en el 2001 y no se quedó con el grupo de trabajadores que se quedaron a recuperar esa fábrica; sus compañeros lo encontraron haciendo de cartonero -en la República Argentina, un cartonero es una persona que trabaja recogiendo los cartones de la basura- en una noche de lluvia en Buenos Aires en el año 2004.
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Yo lo encontré el otro día al pie de la máquina -es un obrero muy calificado- y él me contaba que había podido comprar en esos años donde los trabajadores administran la fábrica, tienen inclusive sueldos por arriba del convenio, su casa, su auto y mantener a su familia y estar nuevamente con sus compañeros.
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Ahora también vamos a impulsar una modificación a la Ley de Quiebras para dar a los créditos laborales que se organicen bajo formas de cooperativas, la posibilidad también en concursos o quiebras de administrar.
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Porque, en realidad, y acá viene mi espíritu de abogada, "abogadil" como digo yo, en realidad, el derecho de quiebras, como todos ustedes lo saben, tiene que tener siempre como objetivo la continuidad de la empresa.
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Ha habido, creo, una cierta distorsión o deformación legislativa mediante la cual se ha tendido al desguace de la empresa con tal de satisfacer aquellos créditos que tienen determinados privilegios, los famosos créditos reales o con garantía real.
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Yo creo que nosotros debemos reorientar nuevamente a que el principio rector en el Derecho de Quiebra, sobre todo en un mundo donde vamos a tener muchas de estas situaciones, sea precisamente la preservación del empresa, no solamente con un criterio de carácter social para proteger a los trabajadores, sino también para proteger a todos los acreedores.
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Porque, en realidad, la mejor garantía para que todos los acreedores, no solamente los privilegiados, sino también los acreedores comunes, puedan cobrar sus créditos es que la empresa siga funcionando y siga generando rentabilidad.
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En fin, estas son nuestras experiencias y, seguramente, con el correr de los días y de la crisis, posiblemente tengamos que imaginar nuevas y diferentes formas -u ojala que no- y comience a estabilizarse el mundo.
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Pero lo cierto es que estamos trabajando mucho en este mecanismo de ayuda, de compatibilización de intereses, de articulación entre lo público y lo privado, porque también hemos hecho otro aprendizaje, algo que los adoradores del mercado nunca hicieron.
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Nosotros, que de muy jóvenes éramos enemigos del mercado y creíamos que el Estado todo lo podía, hicimos el aprendizaje que es necesario el mercado pero con la participación, la regulación y el contralor del Estado, que no se puede estar sin mercado pero tampoco se puede estar sin Estado.
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El problema de los adoradores del mercado era que creyeron que el mercado debía y podía funcionar sin ninguna presencia por parte del Estado.
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En realidad, hemos aprendido más nosotros que ellos, con lo cual debemos estar tranquilos y contentos de que no somos necios, porque es uno de los peores defectos que puede tener el ser humano. (APLAUSOS)
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Entonces, yo creo que esta inteligencia, que también tiene parte de emocional porque si no deja de ser inteligencia y se convierte técnicamente en razón y las razones siempre llevan a los dogmas, yo digo siempre que la inteligencia, la emoción y la exacta combinación de ambas nos da en definitiva lo mejor que tiene la condición humana que es el mirar al otro como un ser de carne y hueso y no solamente como un objeto es lo que, precisamente, nos va a ayudar a superar esta crisis que no fue una crisis económica, que no fue una crisis financiera, fue una crisis de carácter cultural, una crisis de carácter político-cultural.
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¿Por qué?
Porque se había cambiado el modo de pensar y entonces ahí estamos ya no solamente ante cambios económicos o cambios financieros, sino ante cambios culturales.
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Por eso, reinstalar en ese siglo XXI nuevamente el paradigma cultural del trabajo, de la producción y del hombre como centro de toda la actividad, creo que es el gran desafío que tenemos todos:
ustedes, como trabajadores en sus sindicatos; nosotros, como militantes políticos en nuestros partidos y cuando asumimos los gobiernos en la democracia cumpliendo con esos mandatos que nos vienen desde nuestros partidos, porque ha sido otra de las claves, la distorsión que ha tenido la política, que ha operado toda esta movida cultural sobre los partidos que tenían una fuerte raigambre y compromiso popular donde se creyó que había una tercera vía en donde era posible hacer no sé qué cosa.
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No señores, creo que la clave sigue siendo lo que siempre hemos sostenido y es, precisamente, la exacta combinación del capital más el trabajo, que da por resultado una sociedad más equitativa y más justa.
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Muchas gracias por escucharme. (APLAUSOS)